sábado, 3 de marzo de 2012

Arturo y Clementina

 

Autoras:Adela Turin y Nella Bosnia






U

n hermoso día de primavera,Arturo y Clementina ,

dos jóvenes y hermosas tortugas rubias,

se conocieron al borde del estanque.

Y aquella misma tarde descubrieron que estaban enamorados.

Clementina alegre y despreocupada, hacía muchos proyectos

 para su vida futura,mientras paseaban los dos a orillas

del estanque y pescaban alguna cosilla para la cena.






C

lementia decía: “Ya verás qué felices seremos.

Viajaremos y descubriremos otros lagos y otras

tortugas diferentes,y encotraremos otra clase de peces

 y otras plantas y flores en la orilla,¡será

una vida estupenda!,iremos icluso al extranjero...

¿Sabes una cosa?Siempre he querido visitar Venecia...”

Y Arturo sonreía y decía vagamete que sí.






P

ero los días trascurrían iguales al borde del

estanque, Arturo había decidido pescar él solo

 para los dos, y así Clementina podreía descansar.

Llegaba la hora de comer renacuajos y caracoles,

 y le preguntaba a Clementina: “Cómo estás, cariño?

¿Lo has pasado bien?”

 Y Clementina suspiraba: “Me he aburrido mucho!

 ¡Todo el día sola esperándote!”

“ABURRIDO!,gritaba Arturo indignado.” ¿Dices que te has aburrido? Busca algo que hacer.El mundo está lleno de ocupaciones interesantes, ¡Sólo se aburren los tontos!”

A Clementina le daba mucha vegüenza ser tonta, y hubiera querido no aburrirse tanto, pero no podía evitarlo.






U

n día, cuando volvió Arturo, Clementina le dijo:

 “Me gustaría tener una flauta.

Aprendería a tocarla, inventaría canciones y eso me entrendría.”

Pero a Arturo esta idea le pareció absurda:

“¡TU!¿Tocar la flauta. Tú?¡Si ni siquiera distingues las notas!

Eres incapaz de aprender.No tienes oído.”

Y aquella misma noche,Arturo compareció con un hermoso tocadiscos, y lo ató bien a la casa de Clementina, mientras decía: “Así no lo perderás...¡Eres tan distraída!”

Clementina dio las gracias.

Pero aquella noche,antes de dormirse,estuvo pensando

 por qué tenía que llevar a cuestas aquel tocadiscos

 tan pesado en lugar de una flauta ligera,y si era verdad

que no hubiera llegado a aprender las notas y que era distraída.

Pero despúes avergonzada,decidió que tenía que ser así ,

puesto que Arturo,tan inteligente,lo decía.

Suspiró resignada y se durmió.






D

urante muchos días,Clementina escuchó el tocadiscos.

Despúes se cansó.

Era de todos modos un objeto bonito,y Clementina

 se entretuvo limpiándolo y sacándole brillo.

Pero al poco tiempo volvió a aburrirse.

Y un atardecer,mientras contemplaban las estrellas,

a orillas del estaque silencioso,Clementina dijo:

“Sabes Arturo, algunas veces veo unas flores tan

 bonitas y de colores tan extraños,que me dan ganas de llorar...

Me gustaría tener una caja de acuarelas  y poder pintarlas.”

“¡Vaya idea ridícula!¿Es que te crees una artista?¡Qué bobada!”

Y reía, reía, reía...






C

lementina pensó:

“Vaya,he vuelto a decir una tontería. Tendré que

andar con mucho cuidado o Arturo va a cansarse de

 tener una  mujer tan estúpida...”

Y se esforzó en hablar lo menos posible.

Arturo se dio cuenta enseguida y afirmó:

“Tengo una compañera aburrida de veras.

 No habla nunca y , cuando habla, no dice más que disparates.”

Pero debía sentirse un poco culpable y, a los pocos

 días, se presentó con un paquetón:

“Mira, he encotrado a un amigo pintor y le he comprado un cuadro para ti.

Estarás contenta,¿no?.

Decías que el arte te interesa.

Pues ahí lo tienes.

Átatelo bien porque,con lo distraída que tú eres,

ya veo que acabarás por perderlo.”






L

a carga de Clementina aumentaba poco a poco.

Un día añadió un florero de Murano:”¿No decías que te gustaba Venecia?Tuyo es.

Ätalo bien para que o se te caiga,eres tan descuidada!”

Otro día llegó una colección de pipas austríacas

 dentro de una vitrina.

Despúes una enciclopedia,que hacía suspirar a Cementina:

“¡Si por lo menos supiera leer!”

Llegó  el momento en que fue necesario añadir un

segundo piso a la casa de Clementina.






C

lementina , con la casa de dos pisos a sus espaldas,

ya no podía ni moverse.

Arturo le llevaba comida y esto le hacía

sentirse importante:”¿Qué harías tu sin mí?”

“Claro”, suspiraba Clementina.” “¿Qué haría yo sin ti?”






P

oco a poco , la casa de dos pisos

quedó también completamente llena.

Pero ya tenían la solución:tres pisos más se añadieron a la casa de Clementina.

Hacía mucho tiempo que la casa de Clementina se había convertido en un rascacielos,cuando una mañana de primavera decidió...

...que aquella vida no podía seguir más tiempo.

Salió sigilosamente de la casa y se dio un paseo: fue muy hermoso, pero muy corto.

Arturo volvía a casa para el almuerzo, y debía encontrarla esperándole.Como siempre.






P

oco a poco el paseíto se convirtió en una costumbre y Clementina se setía cada vez más satisfercha de su ueva vida.

Arturo no sabía nada, pero sospechaba que ocurriía algo:

“¿De qué demonios te ríes? Pareces tonta”,le decía

Pero Clementina esta vez  se preocupó  en absoluto.

Ahora salía de la casa en cuanto Arturo volvía la espalda.

Y Arturo la encotraba cada vez más extraña, y encotraba cada vez la casa más desordenada,pero Clementina empezaba a ser verdaderamente feliz y las regañinas de Arturo ya no le importaban.






Y

 un día Arturo encontró la casa vacía.

Se enfadó muchísimo,o entendió nada y ,años más tarde seguía contándoles a sus amigos:

“Realemnte era una igrtata la tal Clementina. No le faltaba nada,¡Veinticinco pisos tenía la casa, y todos llenos de tesoros!”






L

as  tortugas viven muchísimos años, y es posible que Clementina siga viajando feliz por el mundo.

 Es posible que toque la flautay haga herosas acuarelas de plantas y flores.

Si encuetras una tortuga sin casa,

intenta llamarla:” ¡Clementina,Clementina!”

Y si contesta, seguro que es ella.

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