Pepe era un niño pequeño, ágil y divertido.
Ir a la escuela resultaba una aventura.Le gustaba la maestra, los compañeros, el salón de clases y sobre todo el patio donde jugaba a la hora del recreo.
Pero Pepe tenía un problema. El cuaderno que usaba en clase.
Parecía que éste estaba enojado porque Pepe lo descuidaba mucho,lo guaraba en su mochila como si nada, sus hojas estaban arrugadas y siempre tenía que estar acomodándolo cuando decidía ponerse a escribir.Además de tener letra desprolija, no había nada de colores allí.
Un día Pepe se esforzó al realizar una tarea donde la maestra le había puesto un SOTE !
Pepe orgulloso llegó a su casa, emocionado entró a buscar su cuaderno en la mochila para mostrárselo a su madre y a sus hermanos,pero cuando abrió las hojas, el cuaderno estaba vacio. Los ojos de Pepe se agrandaron y se llenaron de lágrimas.
Su madre le prometió comprarle otro y le aconsejó que lo cuidara mas. Que estuviera prolijo,y que en cada tarea le hiciera un dibujo lleno de colores.Porque eso haría que el cuaderno se sintiera mejor.
Pepe ya se había encariñado con el otro cuaderno,por lo que decidió no comprarse uno nuevo y volver a ser la tarea. Se esmeró mucho.Se esforzó cuidando de que el lápiz estuviera con punta fina y que su codo no arrugara las puntitas de las hojas.
Esperó pacientemente que la maestra Lucía se lo revisara y le pusiera la nota.El sentía que si ponía mucho empeño y colores las cosas serían diferentes.
-Pepe- dijo la maestra-Que lindo trataste de esmerarte hoy y que bien luce este cuaderno!
Fueron las palabras mágicas de la maestra que,esde ese día no se perdieron los trabajos que hacía en la escuela.
Pepe entendió que el cuaderno era suyo, que había que cuidarlo ,porque era parte de su vida de niño.Cada hoja que escribía,era una parte de él que quedaba allí.Y que jamás se borrarían. Como los recuerdos que uno tiene de niño.
Pepe ya está en tercer año y aún guarda los cuadernos de años anteriores.Forman parte de su vida.
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