martes, 20 de marzo de 2012

Concepto de Propiedad.

Un segundo desarrollo sorprendente durante el II milenio a.C. es la aparición de formas más sedentarias de pastoreo en las denominadas culturas de la edad del bronce de las estepas que se extendían desde el mar Negro hasta las fronteras de Mongolia y Sinkiang. En las estepas de Asia central y el sur de Ucrania y Rusia fueron apareciendo numerosos poblados pequeños que estaban habitados por pastores sedentarios con grandes rebaños de ganado vacuno, animales que se adecuaban menos que los caballos y las ovejas a los hábitos más nómadas del pastoreo. Los cambios climáticos que hicieron posible la agricultura en las áridas estepas tal vez sean la causa de este cambio a formas más sedentarias de pastoreo. Probablemente emigrantes de las culturas de la edad del bronce de las estepas del Asia central penetraron por el norte de la India hacia mediados del II milenio a.C. aportando su ganado, sus lenguas indoeuropeas y sus tradiciones religiosas pastoriles. También es posible que los pastores de la edad del bronce de las estepas invadieran el norte de China y Mesopotamia durante el II milenio a.C.

El I milenio a.C.: la era escita

A partir de principios de la edad del hierro, hacia el 1000 a.C., muchos pueblos pastores de las estepas de Eurasia volvieron a formas de pastoreo más nómadas y militaristas. Este periodo se caracteriza por el pastoreo clásico de los escitas en las lindes del mar Negro, que fue descrito por el historiador griego Heródoto. Durante el siglo VIII a.C., los pastores del interior de Eurasia comenzaron a utilizar los pequeños arcos compuestos que hicieron de los escitas unos guerreros temidos. Otra serie de rasgos característicos se propagaron ampliamente por las estepas a principios del I milenio, dando lugar a una forma de pastoreo a caballo sorprendentemente homogénea en Eurasia y descrita de forma vívida por Heródoto en sus obras. Los restos de esta economía se pueden apreciar también en los sorprendentes enterramientos en hielo de Pazirik, cerca de la frontera nororiental de Mongolia. Entre los principales rasgos de los jinetes pastores del I milenio a.C. cabe citar un estilo artístico diferencial que se caracterizaba por diseños animales vívidos, gráciles y elaborados, el uso de armas de hierro, como las espadas, y el desarrollo de tipos más complejos de arreos para los caballos. Las descripciones que de estas comunidades realizaran Heródoto, en el extremo occidental de las estepas, y el historiador de la dinastía Han, Sima Qian, en el extremo oriental, crearon ciertos estereotipos del estilo de vida de los pastores, algunos de los cuales han sobrevivido hasta nuestros días.

Estilos de vida de las primeras comunidades de pastores

No existe ninguna descripción escrita de las comunidades de pastoreo antes del I milenio a.C.; los conocimientos acerca de los principios del pastoreo en Eurasia proceden de excavaciones arqueológicas, aunque los testimonios arqueológicos a menudo resulta difíciles de interpretar. Así, para comprender a los primeros pastores y a sus estilos de vida es necesario combinar estos testimonios con un uso prudente de lo que conocemos por los estilos de vida pastoriles modernos.

Los primeros pastores dependían del ganado domesticado y muchos pastores eran bastante nómadas. Sin embargo, la presencia de poblados demuestra que no todos los pastores de la primera época emigraban constantemente en búsqueda de alimentos. En los tiempos modernos, la mayoría de las comunidades pastoriles necesitan ciertos productos agrícolas y si no pueden obtenerlos mediante el trueque de productos de su propio ganado, se ven obligados a practicar la agricultura. Parece probable, pues, que los primeros pastores también se vieran obligados a cultivar cuando tuvieran necesidad de ello. Es posible que algunos miembros del grupo permanecieran en los campamentos de invierno y se dedicaran a los cultivos mientras los demás se desplazaban a través de las estepas durante la primavera y el verano. Sin embargo, a veces, como sucedía en muchos de los asentamientos de la edad de bronce de las estepas, la mayor parte de la comunidad era sedentaria y solamente algunos pastores especializados se encargaban de conducir los rebaños hasta los pastos. Por el contrario, también existieron periodos en los que las comunidades al completo se desplazaban y abandonaban los pastos tradicionales para cruzar enormes distancias.

La información acerca de las sociedades de pastoreo modernas indica que estas primitivas migraciones masivas estuvieron causadas por desastres ecológicos o militares. Además, esta información sugiere asimismo que las migraciones a menudo degeneraron en saqueos o guerras generalizadas, por cuanto los pastores trataban de arrebatar los nuevos pastos o rebaños a los pueblos vecinos más débiles. Existen testimonios inciertos de tales migraciones que datan incluso del IV milenio a.C., así como de emigraciones de algunos pueblos pastores a las tierras cultivadas vecinas de Mesopotamia, Asia central, el subcontinente indio y China. Aunque algunas de estas migraciones pudieron ser pacíficas, otras fueron probablemente tan violentas como las invasiones de pastores de épocas históricas como la de los mongoles bajo Gengis Kan, en el siglo XIII d.C.

La mayoría de los pueblos de pastores estaban compuestos por pequeñas comunidades nómadas cuyos miembros se permitían pocos lujos, características explicables mediante principios ecológicos básicos. Los pastores dependen principalmente de productos animales para su alimentación, ropa y vivienda. Los animales, a su vez, se alimentan de plantas y de otros animales. Cada eslabón de la cadena alimentaria contiene una cantidad menor de energía que su precedente, por lo que gran parte de la energía alimentaria potencial de la luz solar se pierde a medida que va pasando por esta cadena. Esto significa que se necesita una mayor cantidad de tierra para suministrar suficiente energía para alimentar a un ser carnívoro que a un herbívoro. La práctica nómada constituía la forma más eficaz de explotar grandes áreas de pastos, por lo que resultaba muy adecuado para los pastores que necesitaban dicha tierra. Sin embargo, el movimiento incesante de los nómadas dificultaba la acumulación de objetos. Por consiguiente, los pastores normalmente poseían menos artículos que los pueblos agricultores, o se inclinaban por los objetos de lujo fácilmente transportables, tales como sedas o joyas. Esta falta de acumulación de riquezas indujo a los historiadores de las sociedades agrícolas a describir erróneamente a los pueblos pastoriles como atrasados y pobres.

Las sociedades de pastoreo solían dividir las tareas por sexos. Las mujeres normalmente preparaban y cuidaban de las carpas y sus contenidos y también fabricaban alfombras y cortinajes de notable belleza características de la mayoría de las sociedades de pastoreo eurasiáticas. Pero a menudo las mujeres también realizaban tareas tradicionalmente masculinas como la guerra. Las leyendas de las mujeres guerreras o amazonas descritas por Heródoto probablemente procedían de los pueblos pastores que vivían al norte del mar Negro. Existen asimismo multitud de ejemplos de mujeres que desempeñaban funciones políticas de enorme influencia. Sin embargo, por regla general, la política, la guerra y el manejo de grandes rebaños de ganado estaban considerados como funciones propias de los varones.

El estilo de vida pastoril es en cierta forma más precario y combativo que el agrícola. Aunque los rebaños se multiplican rápidamente, también pueden desaparecer con la misma celeridad debido a la rapiña, las enfermedades o a súbitos cambios climatológicos que les impidan pastar. Cuando los pueblos pastores perdían sus rebaños, apenas tenían otra opción que robar ganado de otros pueblos pastores, una de las razones por las que la rapiña resultaba común entre los pueblos pastores de Eurasia de todas las épocas. De hecho, las virtudes militares de los pastores de Eurasia, como la monta a caballo, la destreza en el manejo de grandes animales, la caza con arco y el desplazamiento por vastos territorios, convirtieron a los pueblos pastores en auténticos guerrilleros. La rapiña proporcionaba una buena excusa para perfeccionar estas habilidades. Parece ser que a menudo un ataque en una zona de la estepa llegaba a afectar a un territorio mucho más amplio. Así, por ejemplo, una enfermedad o una acción guerrera en una región podía desencadenar acciones de rapiña en otras zonas que, a su vez y según las circunstancias, podía desembocar en periodos de confrontaciones y emigraciones a gran escala. Poco antes del 100 a.C., el historiador chino de la dinastía Han, Suma Qian describió los vínculos existentes entre el pastoreo y las guerras entre los pueblos pastores hsiung-nu que vivían cerca de la frontera septentrional de China:

Los niños empiezan por aprender a montar ovejas y cazar pájaros y ratas con arco y flechas y, al ir creciendo, cazan también zorros y liebres como alimento. Por tanto, todos los jóvenes saben utilizar el arco y pueden intervenir como jinetes armados en tiempos de guerra. Tienen por costumbre apacentar sus rebaños en épocas de paz y ganarse la vida con la caza, pero en periodos de crisis recurren a las armas y participan en ataques de pillaje y saqueo.

La naturaleza de la sociedad de pastoreo se modificaba drásticamente en épocas de guerra. En tiempos de paz grupos reducidos de pastores, compuestos por 3 ó 4 y hasta 20 familias, viajaban siguiendo las rutas tradicionales de migración y coincidían con los parientes más próximos sólo en fechas señaladas del año, por lo que cada grupo era bastante independiente. En épocas de paz, la autoridad de los jefes de los clanes sólo era imprescindible para adoptar decisiones colectivas acerca de temas tales como la utilización de determinadas rutas de migración. Por el contrario, en tiempos de conflictos las sociedades de pastoreo adoptaban un carácter más jerárquico. Cada grupo debía buscarse sus aliados dentro de su región. Los dirigentes locales delegaban en jefes regionales de manera que pudieran establecerse con enorme agilidad estructuras jerárquicas completas con jefes regionales poderosos que a veces mandaban a varios miles de súbditos. Estos dirigentes podían llegar a acumular cantidades considerables tanto de riquezas como de poder, como revelan los tesoros hallados en algunos enterramientos pastoriles que datan de épocas tan tempranas como el III milenio a.C.

En determinadas ocasiones, los jefes aumentaban su fortuna y poder invadiendo las regiones agrícolas y compartiendo parte del botín con sus súbditos. Pero la autoridad de los gobernantes pastores nunca fue tan estable como la de sus homónimos en las sociedades agrícolas. Cuando los periodos de actividad militar finalizaban, los seguidores quedaban desmovilizados y volvían a su estilo de vida migratorio, alejados del control de los futuros caudillos. Estos hábitos explican por qué, en el mundo del pastoreo, las jerarquías de poder y de riqueza surgían y se desvanecían con mayor celeridad que en el mundo agrícola. De hecho, aun cuando las alianzas militares del tipo descrito anteriormente existían con toda certeza en las estepas antes del 1000 a.C., no existieron estados de pastoreo duraderos hasta los últimos siglos del I milenio a.C. Cuando surgieron los estados de pastoreo, se basaron en gran medida en su capacidad para esquilmar las riquezas de los estados agrícolas vecinos, lo que hacían en parte mediante el comercio y en parte recaudando tributos bajo amenaza de invasión y destrucción.

A pesar de tan precaria organización política, las sociedades pastoriles lograron vincular a las diferentes civilizaciones del vasto territorio de Eurasia en una única red que cubría toda la zona. Los pastores nómadas transmitieron las ideas, las técnicas y los objetos rápidamente por toda la estepa y a continuación los hicieron llegar hasta las comunidades vecinas más allá de sus fronteras. Además de las técnicas tales como el propio pastoreo, la monta a caballo y el combate con carros, los pastores difundieron diferentes estilos artísticos, religiones, idiomas, genes e incluso enfermedades por todas las grandes civilizaciones agrícolas del Mediterráneo, Irán, el subcontinente indio y China. Mucho antes del establecimiento de la Ruta de la Seda, ruta comercial que unió las culturas mediterráneas con las sociedades asiáticas en los últimos siglos anteriores a Cristo, ya existía un dinámico entramado de intercambio que abarcaba toda Eurasia. Las ideas, las técnicas y los artículos comenzaron a fluir a través de las estepas a raíz de la difusión del pastoreo en el cuarto y III milenio a.C.

Acerca del autor: David Christian es profesor asociado de Historia de la Universidad Macquarie, en Sydney. Es autor, entre otras publicaciones, de A History of Rusia, Central Asia and Mongolia from Prehistory to the Present: Inner Eurasia from Prehistory to the Mongol Empire.[1]


[1]"Nacimiento del pastoreo en Eurasia." Enciclopedia® Microsoft® Encarta 2001. © 1993-2000 Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos.

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