Paulo, reÌa hasta decir basta charlando con sus amigas y amigos
Se apasionaba comentando sus respectivas luchas por la igualdad. Le aburrÌan las cenas con profesionales que querÌan compartir mesa con Èl por ser el principal autor de educación. Su semblante iba perdiendo vida poco a poco hasta que anunciaba que se encontraba mal y
decidÌa marcharse. Le obsesionaba como habÌa acabado Poulantzas, lanzándose al vacÌo
con los libros que habÌa escrito. Paulo pensaba que no se podÌa ser educador crÌtico sin amar profundamente la vida, querer a nuestras amistades, vibrar con nuestras familias, sentir intensa alegrÌa con los colectivos y personas que imaginaban y buscaban un mundo mejor.
DecÌa que el problema de los conservadores no era sÛlo que consideraran la sociedad incambiable, sino tambiÈn su falta de ilusiÛn por la vida, por compartir palabras y sentimientos con las demás personas. Se oponÌa radicalmente al neoliberalismo, al reproduccionismo y al posmodernismo, no sÛlo porque negaban la transformaciÛn solidaria de la realidad
social, sino también porque dibujaban un mundo donde no cabÌan los mejores sentimientos humanos.
.CompartÌa gustoso su tiempo con los colectivos de trabajadores sin tierra, niÒos de la calle o educaciÛn popular. TambiÈn disfrutaba cuando escribÌa sobre la esperanza que creaban esos movimientos. Siempre
prefiriÛ la gente con sentimientos y sin poder a quienes habÌan renunciado a sus sentimientos para conseguir m·s poder.
El Freire que conocÌ
Paulo Freire
Junio / N.0 259 / Cuadernos de PedagogÌa 91
. La mayorÌa de esas entidades no trabajaban en su misma lÌnea; buscaban el refrendo de su prestigio a unas actuaciones que eran muy diferentes de la transformaciÛn social y educativa por la que seguÌa trabajando. Consideraba muy injusto que se le negara su derecho a seguir vivo, que se le encerrara en el pasado, como si ya no tuviera nada m·s que decir ni nada m·s que hacer. DecÌa que luchaba
contra ese intento no porque fuese contra su prestigio, sino porque formaba parte de las ofensivas conservadoras para arrinconar los lenguajes emancipadores. Le parecÌa significativo que algunos le consideraran caduco alegando que la EspaÒa de los ochenta era diferente del Brasil de los sesenta, cuando al mismo tiempo se consideraba muy actual un autor de la URSS de los aÒos veinte.
. A un Paulo vivo, sin embargo, no se le podÌa domesticar. Sus palabras y actuaciones recordaban constantemente el car·cter crÌtico y transformador de su propuesta. Le preocupaba que, cuando nos dejara, le ocurriera lo mismo que a su muy valorado psicÛlogo soviÈtico, pero no querÌa crear
ninguna escuela que convirtiera su lÌnea en una ortodoxia. A este respecto, volvÌa a confiar en las diversas personas y colectivos que siguen su misma lÌnea dialÛgica.
sin ocultar las duras crÌticas que en su opiniÛn merecÌan esas políticas que simultanean una mejora de la economÌa con millones de personas muriÈndose de hambre.
Le gustaban los movimientos en los que participaba gente de todas las edades, con ilusiones compartidas que superan los intentos de recluir las propuestas alternativas en la etiqueta de ´nost·lgicos del 68ª. Freire fue y seguir· siendo un buen espejo en el que vernos a nosotros mismos. Cuando vivÌamos con intensidad e ilusión nuestra participación en las transformaciones sociales y educativas nos sentÌamos muy cerca de su ejemplo y sus escritos. Cuando nos hacemos m·s realistas, vamos perdiendo nuestras ilusiones y comenzamos a parecernos a los profesionales corporativos que antes rechazbamos, tomamos distancia de Freire o tratamos de encerrarle en el pasado para que no nos recuerde que hemos perdido nuestros mejores sentimientos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario