En el ámito educativo se les enseña a dialogar, el saber escuchar,esperar los tiempos del otro interlocutor.
Pero donde realmente comienza esta experiencia que sólo podemos difrutar es solamente en el ser humano y comienza en el seno familiar.
Al hablar de diálogo ,no no estamos refiriendo a las palabras,sino a todo lo que potencialmente llevamos por nuestra condición innata.
Palabras, gestos,miradas, actitudes,silencios e infinidad de posibilidades hacen que uno pueda comunicarse con los demás y que los demás se puedan comunicarse con nosotros.
Hacen falta dos como mínimo para poder dialogar.
Abrí un espacio para dialogar con tu hijo. Preguntale por las actividades que más le gusten. Le estarás demostrando que él te importa; así generarás confianza y elevarás su seguridad.
Creá momentos especiales para compartir con tus hijos en familia. Cuando todos están en la casa, generá el intercambio con ellos y entre ellos.
Preguntale cómo se siente, qué le pasa y no esperes que siempre él inicie la conversación.
Generá momentos de encuentro con tu hijo, preguntándole qué hizo durante el día y cómo se sintió. Esto estimula el contacto con las emociones auténticas del niño. Proponele una actividad para hacer juntos.
Padres deben tener esa maravillosa oportunidad para hacerlo con sus hijos. De ello dende el rumbo que legarán a sus hijos.
Acercate a tu hijo con afecto: abrazalo, hablale, decile lo mucho que lo querés.
Mostrale que estás dispuesto a responder sus dudas y si no tenés una respuesta, comprometete a averiguarla y después cumplí tu promesa.
No adoptes el estilo de disciplina rígida y autoritaria. Existen otras formas de fomentar su buena conducta, como por ejemplo elogiando y recompensando con cariño sus conductas positivas.
Tratá de participar en la vida escolar de tu hijo. Tomate el tiempo de conocer a su maestra y que tu hijo lo sepa. Involucrate en la organización de ferias, actos y campeonatos. Aunque no te lo diga, va a sentir que lo estás acompañando y valorando.
Estate atento a los síntomas que puedan indicar que tu hijo no está bien o que tiene dificultad para establecer amistades: conductas agresivas, actitud hipervigilante, tristeza, depresión, desinterés repentino en actividades que antes disfrutaba, temores, pérdida de apetito, eneuresis (hacerse pis).
Ocupate de su salud. Cuando empieza el colegio llevalo al oculista, cuando entra en la pubertad asesorate sobre cómo acompañarlo en los grandes cambios de esa edad y cómo guiar su sexualidad. Si es mujer, acompañala en su primera visita al ginecólogo.
No dejes de consultar a un especialista si un maestro o pariente te lo sugiere: psicólogos, psicopedagogos, fonoaudiólogos, entre otros profesionales, están para ayudarte a vos y a tu hijo. No tiene nada de malo necesitar ayuda.
Reconocé los logros de tu hijo. Su participación en actividades del colegio, sus habilidades manuales y deportivas. También ayudalo a superar las dificultades.
Mostrate dispuesto a responder sus dudas. Si no tenés una respuesta, comprometete a averiguarla y luego cumplí tu promesa.
Ofrecele alternativas de juego. Por más que le encanten los play stations y la computadora, que no se quede mucho tiempo frente a un aparato electrónico. Estos pueden amenazar el impulso natural que tienen los chicos de descubrir y conocer. Proponele actividades al aire libre, juegos y recreación.
Acompañalo cuando vea televisión, y comentá los contenidos de los programas con él.
Sé claro y coherente en los valores y en los ejemplos que le das con tus acciones; él ve las contradicciones y luego te pedirá explicaciones.
Ayudalo a entender las consecuencias de sus acciones, tanto negativas como positivas.
Dale comidas nutritivas y sé un buen ejemplo comiendo sano y sin apuro. Asesorate con el pediatra sobre qué necesita en esta edad, según su actividad y desarrollo. No permitas que coma a toda hora. Si siente apetito, ofrecele alimentos saludables y entre las comidas, dale yogur, fruta, una barra de cereal, un vaso de leche con cereales, etc.
Al elegir la escuela, preferí las que ofrezcan deportes, expresión corporal, o teatro, para que desarrolle el gusto por la actividad física.
Asignale pequeñas responsabilidades, de acuerdo a su edad y capacidad, como poner o levantar la mesa, regar las plantas; con eso harás que se sienta útil y lo ayudarás a ser más responsable.
Mostrale que vale la pena esforzarse, realizando actividades manuales o intelectuales, colaborativas, en el orden, la limpieza, cocina y cuidado de mascotas.
Ayudá a tu hijo a hacer las tareas escolares y revisalas con él antes de entregarlas: Establecé el momento y lugar adecuados y demostrale que podrá llevar a la práctica lo que está aprendiendo en la escuela, por ejemplo usando las matemáticas al sacar las proporciones para una receta, o escribiendo notas y cartas.
No dejes que haga sus tareas frente al televisor, pues no logrará la concentración necesaria. Tampoco permitas que tu hijo vea televisión en forma desmedida. Es mejor que tenga pautas claras y un tope horario.
Tratá a todos tus hijos por igual: no establezcas diferencias ni comparaciones entre hermanos ni con otros niños.
Acompañalo cuando hace las tareas del colegio. Mostrale tu buena disponibilidad para ayudarlo en lo que necesite. Si vos no podés estar cuando te necesita, explicale a la persona que lo acompañe cómo querés que lo ayude.
Planificá actividades físicas para toda la familia; salgan a caminar, a bailar. En las vacaciones pueden a acampar o pescar.
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