Maestra... ¿yo paso?
Muchos padres, al final de cada curso académico, se llevan las manos a la cabeza porque su hijo peligra el curso. Surgen los problemas en el seno familiar y se intentan buscar soluciones, siendo en muchos casos ya demasiado tarde. Otros, aceptan con la nota que pasan... Y son los menos que se resisten y reclaman una calificación más alta.
Fin de año.... nerviosismo, cansancio, hora de evaluar la labor anual.
Esta experiencia se vive en todos los ámbitos ya sean educativos.. y por qué no, en la vida cotidiana.
La escuela se trasforma en el escenario perfecto para vivir horas trascendentes. Debe manejar correctamente las diferencias y las desigualdades escolares. En las aulas escolares se viven instantes especiales. Los alumnos comienzan a autoevaluarse y comienzan las reflexiones pensando que aportes brindaron ellos mismos y que facilidades les dió la institución escolar a la cual concurren.
“...Yo siento que realmente me esforcé todo el año...
-Bueno, sé que podría haber dado más...”
Los últimos días de noviembre cuando entro al aula, noto que los niños y las niñas me miran de manera diferente. Su mirada es tan transparente, que sin decirlo, siento que me están poniendo en la cuerda floja. Después de todo...
¡sus cabezas dependen de mi decisión final.!
Pero no son solamente estos pequeños extorsionadores que suelen quitarme el sueño de vez en cuando.
Los padres comienzan a sentir hormigueos, porque en un instante, las vacaciones escolares pueden pasar de ser un oasis a un caos total.
“...¿Todavía estoy a tiempo para hacer un esfuerzo?...”
-Maestra...
-¿Mi hijo pasa de año?
-Mire que este año mi esposo tiene las vacaciones ene enero.
Debo recordarles que la nota final es un promedio de las calificaciones de todo el año y no el “último manotazo del ahogado”
La ansiedad brota por todos lados...
Desde hace muchos años siempre me gusta tejer un aire de suspenso en torno a este tema. Sobre todo cuando los alumnos no aguantan más y me preguntan...
Maestra- ¿Yo paso?
Esta instancia de evaluación se va tejiendo aunque parezca raro, desde los primeros días de clases. Los docentes observamos las actitudes, los comportamientos, las relaciones sociales de cada alumno.
La nota de fin de año, o la reprobación del curso no depende de las tan exigentes “ pruebas de fin de año”
Si bien es cierto que ayudan a develar datos importantes sobre los avances conceptuales de los aprendices, la historia de vida escolar pesa a la hora de hacer los carnés.
Debemos ser cautelosos y actuar con gran pericia para no herir susceptibilidades.
En mi clase, jamás hay sorpresas porque cada vez que se tuvo que entregar las calificaciones, me siento con los alumnos antes y realizo una evaluación a conciencia.
En base a sus respuestas y con un abordaje colectivo sobre las calificaciones me han llevado en muchos casos a rectificar muchas veces ciertas decisiones.
Es en ese momento, que se fabrica el juicio personal de cada uno. Volver la vista atrás hace que el niño valore las oportunidades que tuvo y reconozca qué fortalezas o debilidades tuvo en el correr del año. El puede verse a sí mismo y ver su propio proceso de aprendizaje.
Cerrando el año los docentes deben enfrentar la situación, dar explicaciones a los padres sobre la actuación de los hijos. No es tarea fácil encontrar acercamientos y armonía con los familiares.
Es realmente difícil en algunos casos límites.
Aquella maestra que los acompañó todo el año, es ahora un juez y verdugo.
Hay un crisol de opiniones con lo que respecta a las calificaciones y las decisiones sobre el destino de alumno. ¿Aprobado o reprobado?
Hay respuestas que se tornan clásicas en la cultura escolar...
“...Si pasa de año a mi hijo... le prometo que le pongo maestra particular todo el verano...”
Esa confianza que nos brindan los padres es gratificante para el docente que sabe que tuvo en sus manos la responsabilidad de educar a sus hijos.
Sólo un verdadero padre percibe cómo fue el desempeño que tuvo su hijo. Y sabe que cada hijo es algo único, particular y diferente al otro compañerito. No son válidas las comparaciones. Y las notas no son resultados de una ecuación perfecta.“...Maestra: -¿Por qué Alexandra tiene un sote y yo muy "-bueno? ... si las dos nos sacamos el mismo puntaje en las pruebas?"
¡Ahí, un maestro debe tener muy buenos argumentos para semejantes fiscales!
La familia también tiene momentos de grades tensiones
Todo docente es conciente de los sentimientos de los padres Se resisten en ocasiones a entender cuando éste tiene que quedar repetidor a pesar que en reuniones de entrega de carnés el maestro ha dejado en claro la situación por la que transita su hijo. No debe ser algo frustrante. La diversidad en los aprendizajes a destiempo es parte de la vida.
Debemos ser sutiles y buscar palabras adecuadas para que todos entiendan que repetir no es malo ni un castigo.
“...Este año., Miguel se ha esforzado mucho...Es bueno que el año que viene, recupere todo lo que no pudo hacer este año.
Seguro que lo logrará...”
Nunca debe llegarse al extremo de presionar a los chicos. Cada un es un universo, por lo que no existen dos niños iguales.
Con todos estos pensamientos, los maestros, los niños y los padres somos rehenes de circunstancias que ineludiblemente debemos de vivir y que dejan huellas profundas que sirven de experiencia para no cometer errores, y siempre podamos repararlo gracias a las experiencias vividas. El avanzar juntos, cada uno desde el rol que debe desempeñar dentro del sistema educativo nos instiga a continuar trabajando en la construcción de la función educativa .“Aprender a aprender...”
Cuando les leí este artículo en clase,antes de enviarlo, mis alumnos lo escucharon atentamente. Sabían comprender y predecir lo que está implícito en él.
Igual así, uno de los alumnos más extrovertidos del grupo me gritó desde el fondo de salón:
-“Si me pasás con una buena nota...¿ que querés que te regale?...”
Ana María Castro Luca
Docente-Lic en Cs de la Ed
anamaria28@hotmail.com
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