jueves, 5 de abril de 2012

Enseñanza basada en las necesidades de los alumnos.

Montserrat Badia
Propuesta de líneas generales sobre la enseñanza en la primera etapa , que tendría
que ser globalizada, basada en las necesidades de los alumnos como grupo. Esto implica
una serie de cambios. El material tiene que impulsar las posibilidades de observación directa
y de experimentación, de manipulación y creación. Las fichas son un elemento importante.
El empleo del tiempo varía, por lo que una extensión del horario es necesaria.
Asimismo, el modo de trabajo se desarrollará en tres niveles diferentes: el trabajo individual,
el de grupo y el de clase. Finalmente, se propone una evaluación acumulativa de
hechos.
primera etapa , evaluación acumulativa de datos, globalización,

UNA PROPUESTA MAS COHERENTE EN UN MARCO COHERENTE
El período escolar que en la actualidad llamamos Primera Etapa debería ser coherente con toda la
línea educacional que nos proponemos y con todo el montaje escolar que debemos llevar adelante. Podemos
considerar la enseñanza como la urdimbre y la trama de un tejido: por una parte, unos conceptos que se imparten,
y unas técnicas, unos valores, unos aprendizajes, unos hábitos que tienen que ser adquiridos, en una progresión
adecuada en el tiempo y mediante instrumentos que convierten esta adquisición en algo posible e incluso fácil. Sin
dejar de lado la programación y los horarios, el material y el marco donde todo ello tiene lugar: el grupo clase, con
el maestro, en el centro mismo de la escuela, enclavada en un medio concreto, parte integrante de un país.
LOS PROGRAMAS
Pasemos a hablar de cada uno de los problemas insinuados. Los programas, en esta perspectiva nueva,
englobarán los aspectos diversos de la educación: conceptos, aprendizajes, técnicas, hábitos, valores, como parte
de una formación armónica. Por ello mismo, pensamos en unos programas que tengan en cuenta los límites reales
de este período educativo: desde el estallido que, como señala la doctora Montessori, se da como el florecer
conjunto de todas las facultades del niño al final del Parvulario, hasta la iniciación al estadio de la abstracción, que
coincide con un cambio del niño, y que constituye ya un nuevo período escolar, la actualmente llamada Segunda
Etapa de la educación. No se trata, por supuesto, de imponer esquemas rígidos, sino de que el niño alcance en cada nivel
de enseñanza una madurez efectiva y comprobada.
Programas que, desde un punto de vista geográfico, vemos realizables a dos grandes niveles: el general y el
de cada escuela, y en un nivel intermedio de cadenas de escuelas correspondientes a sectores urbanos o rurales del
país.
A nivel general, convendrá señalar los objetivos de cada uno de los aspectos y orientar válidamente su
consecución. Corresponde a cada escuela elaborar los programas. Con esta medida se da un paso decisivo hacia
una enseñanza adecuada a la realidad del niño. Porque todos los objetivos de carácter teórico y general son
aplicados aquí a la realidad misma del chico. La experimentación, progresiva indicará qué pasos tiene que dar este
chico, de este medio, para llegar, con éxito, a las grandes metas de este período.
Cuando los programas estén «arraigados» significará que a través de ellos el conocimiento del medio no es
un conocimiento frío, sino un conocimiento vital. Hasta el punto de que los lazos de identificación con el medio
conseguidos a lo largo de la escolaridad pueden convertirse en lazos de un compromiso ciudadano auténtico, serio
y responsable.
Conviene también trabajar todos aquellos aspectos que actualmente se considera que pertenecen a diversas
áreas y, o bien son comunes, o bien se relacionan, o bien se complementan. Llegar a una enseñanza globalizada es
propio de este período escolar, tanto por la coherencia de las materias como por la actitud que el muchacho adopta
ante ellas.
EL MATERIAL
Los programas requieren un material que permita llevarlos a término. Actualmente el material que priva, en
proporción excesiva o casi exclusivamente, son las fichas de trabajo por materias. En el proyecto de que hablamos,
las fichas pueden seguir jugando un papel: en determinados momentos constituyen un medio de trabajo
válido. En el contexto señalado será oportuno que la mayoría de estas fichas las elabore el maestro de acuerdo con
los pasos que está dando la clase y de acuerdo también con toda la programación de la escuela radicada en un
medio ambiente. Pero, además, convendrá que el maestro y todo el equipo vaya elaborando otros materiales
didácticos, además de las fichas. En cuanto a todo el conjunto de material, se tiene que conseguir poder envolver
al niño en un medio rico en posibilidades de observación y de experimentación, de manipulación y de creación; un
medio en modo alguno lujoso, que por el contrario estimule, gracias a la fuerza de su simplicidad y autenticidad,
todas las capacidades latentes en el niño. Y conviene tener presente que este medio rico es la clase en la medida en
que está abierta al medio natural de la escuela: la calle, el barrio, la comarca.
EMPLEO DEL TIEMPO
Además de los programas y de los materiales, conviene replantear, en el nuevo proyecto, la división o el
empleo del tiempo, los ratos que hay que dedicar a las distintas actividades.
Teniendo en cuenta la idea de la globalización, parece interesante contar con una orientación general en
cuanto al tiempo que conviene dedicar a las distintas actividades y a las diversas áreas con el fin de conseguir
aquella educación integral y armónica a que aspiramos, procurando que no se cultive más un aspecto que otro.
Dentro de esta orientación general hemos de aprender a desenvolvernos con posibilidad de acuerdo con el dinamismo
del grupo y de la actividad misma. Sin que olvidemos un aspecto: la extensión del horario. ¿Cuántas horas
de clase ha de tener el chico? La pregunta implica otra sobre la persona del maestro. No se puede hablar de horario
del maestro, al que vemos como a un profesional que trabaja las horas que normalmente se establecen en los
horarios laborables -ocho- y que le son debidamente retribuidas. En estas horas, además de la actividad estricta de
clase, tiene que poder elaborar los programas a nivel de escuela con el equipo; atender a su formación de manera
seria y permanente; tomar parte en la gestión de la escuela; mantener las correspondientes relaciones con los
padres: entrevistas, informaciones, reuniones; preparar la clase debidamente, con los materiales que propondrá y
el material escolar adecuado. De este planteamiento se desprende, pues, que conviene reducir las horas de clase,
que pueden ser cinco, teniendo en cuenta que el rendimiento total de estas horas, que son menos, será superior, y
con mucho, al de un número superior de horas, a causa de la preparación de las clases y de las restantes condiciones
de trabajo del maestro.
Puede parecer, entonces, que con un horario así se origina un cierto vacío en la jornada escolar del chico,
pero ello permite, por el contrario, ciertas actividades muy válidas en sí mismas pero que en el ritmo normal de la
clase no pueden ser trabajadas a fondo: actividades de expresión plástica, de dinámica, de dramatización, de
iniciación a la pretecnología, de educación física y otras. Estas actividades, que siguen estando presentes durante
las horas de clase, pueden ser entonces objeto de unos talleres, llevados por especialistas, fuera del horario escolar.
EL GRUPO CLASE
Pasamos a referirnos, seguidamente, al destinatario de todo este grupo de elementos y de trabajo: el grupo de
clase. Actualmente viene determinado por las llamadas «quintas escolares» ya que los cursos los forman todos los
nacidos en un mismo año. En este proyecto habrá que ir concretando, para cada nivel, como decíamos al comentar
los límites de la etapa, cuál es el paso inmediato no teniendo en cuenta la edad cronológica sino la madurez
alcanzada y probada por medio de la evaluación.
Ello no obstante, aunque los grupos, siguiendo estos criterios, no sean tan heterogéneos como ahora, también
se dará un término medio más numeroso, así como los adelantados y los atrasados, en extensa gama. Se da
aquí una característica fundamental: el maestro plantea la clase de forma que responda a las necesidades de los
chicos como grupo, ya que ellos se encuentran en la medida en que establecen relaciones con el grupo. Es un
hecho, y hay que tenerlo inicialmente en cuenta. Como también la voluntad de formar a los chicos no para que
consigan triunfos personales sino para que sean útiles a la colectividad: ¡su auténtico triunfo! Será precisamente en
el interior de este grupo donde el maestro procurará resolver las dificultades que le planteen los más avanzados y
los más atrasados del grupo. Conviene que la clase alcance un nivel medio válido para la mayoría de los alumnos.
Conviene despertar estímulos que fomenten la colaboración de los mejores dotados hacia los demás. De esta
manera, a los unos se les potencia en una formación más armónica que les madura en otros aspectos, y no sólo en
el intelectual en el que ya sobresalen, y a los otros, estimulados por un ambiente no de competencia sino de
camaradería, y ayudados de forma eficaz, pueden superar muchas de sus dificultades. Todo ello sólo será posible
en el caso de que el maestro haya conseguido crear en clase un grupo. A la inversa, sólo se podrá decir que existe
un grupo cuando se da este clima.
Entonces la recuperación queda normalmente absorbida por la marcha normal de la clase, que se supone
poco numerosa. Sólo en casos extremos convendrá una recuperación fuera de la clase, en manos de los especialistas.
Si la escuela tiene que tener grados paralelos a causa del número de alumnos, no puede caer en la solución
fácil de juntar a los mejor dotados de una clase con los menos dotados de otra. Lo cual acentúa todavía más la
diferencia y la aumenta a lo largo de la escolaridad. Hay que procurar fundir, en la medida de lo posible, a todos los
alumnos, aunque no pueda ser al cien por cien, en el nivel y en la vida del grupo clase, formado por la realidad tal
como es.
En el grupo clase se desarrollan tres niveles de trabajo:
El trabajo individual
Conviene que el chico sea capaz de salir airoso de las dificultades que se le plantean sin ayuda de nadie; que
observe, que reflexione él mismo, que se potencie en función de un trabajo de grupo realmente rico.
El trabajo de grupo
Habrá sido preparado directa o indirectamente por el trabajo individual. En el grupo clase están los grupos de
trabajo alrededor de un tema o un centro de interés determinados, con objetivos determinados y teniendo en
cuenta que las diversas funciones que convergen en este trabajo queden siempre bien repartidas y sean, además,
rotativas, a fin de que todos trabajen y todos pasen por todo tipo de trabajos -por supuesto- proporcionales y
adecuados a los que tienen que realizarlos, motivados e integrados en la vida de la clase.
El trabajo de clase
Hay actividades de la clase a nivel general que a veces son la resultante y a veces el punto de partida de las
tareas que hay que llevar a término en los niveles antes señalados. Trabajo de síntesis, de puesta en común de las
diversas aportaciones, de adquisición de nuevos conocimientos. Es también en estos niveles de clase donde se van
dando pasos encaminados a conseguir, con total madurez y responsabilidad, la autogestión del grupo.
La evaluación
Tenemos que hablar de la evaluación, el mecanismo que nos permitirá detectar si la urdimbre y la trama de
la educación van elaborando el tejido, y si éste resulta consistente, o si tiene defectos, cuáles y por qué.
La evaluación tiene que asegurar el triunfo escolar del chico, pero no por el hecho de que un papel firmado
lo diga, sino porque de verdad se pretende asegurar este triunfo. Y dado que el fracaso escolar del chico es el
fracaso del montaje escolar, en cierta forma, se tiene que ir modificando éste en la medida en que ello sea posible.
La evaluación tiene que llevar a rehacer el plan de clase, a la vista de resultados. La evaluación tiene que tener
muy en cuenta, para que sea válida, todos los condicionamientos ambientales del chico, que tan gran papel juegan
en el rendimiento escolar de éste. Cuando llegue la hora de revisar el funcionamiento del conjunto de la clase
habrá que tener presentes estos puntos.
La evaluación, además, tiene que ser el termómetro de la vida del grupo clase y de sus condicionamientos.
Tiene que llegar a proporcionar los datos válidos para el informe general del grupo clase y para añadir al mismo el
de cada chico frente a este mismo grupo.
Al final del período escolar que estamos tratando conviene llegar a una evaluación acumulativa de datos
que, desde una perspectiva dada, pueda expresar técnicamente el estadio alcanzado estos años en todos y cada
uno de los aspectos fundamentales señalados. Estadio, que, a la vez, tiene que coincidir con lo que se requiere al
inicio del período siguiente, actualmente llamado Segunda Etapa de EGB, cuyo proyecto, en esta alternativa, tiene
que incidir en esta etapa anterior que hemos tratado de analizar. Del éxito de la Primera Etapa dependerá la
actitud frente a la Segunda y, en definitiva, la actitud del alumno ante el futuro.

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