Liderazgo
infantil
En todos las sociedades los niños que pertenecen
a un grupo, que comparten un centro escolar, que interactúan un club ,juegos u otras actividades es fácil
percibir que siempre hay un niño o niña que llama la atención.
Esta persona lleva adelante iniciativas propias
y ajenas, es capaz de dirigir y hablar por los demás sentir espontáneamente y percibir que el resto
del grupo lo sigue, lo necesita, lo
reclama ,lo solicita, sintiéndose respetado.
Ese es un niño líder, que actúa como guía y orienta y cumple con sus deseos o los deseos de los
demás.
Esa persona tiene ciertas características,
cierto carisma innato muy extrovertido, paladín, dirigente, guía, portador de
otras voces. Es capaz de participar en todos los aspectos, participando también
en la esfera emocional.(chistes, charlas, comentarios personales y ajenos etc).
En una palabra, sobresale del resto de
los demás y éstos aceptan ser dirigidos por él
o por ella.
Tiene capacidad y condiciones para
despertar ciertas simpatías.
Hablar de liderazgo no es lo mismo que
hablar de autoridad. El líder emerge naturalmente y la autoridad se impone.
¿Un
maestro debe fortalecer estas conductas?
Los docentes frente a estos casos en
muchas oportunidades poseen ventajas siempre y cuando al detectar que un niño tiene
perfil de líder realiza una intervención docente dirigida a reforzar conductas
positivas, permitir mantener la autoestima que sirvan como herramientas para un
futuro.
Un maestro que de por sí, es un líder
formal en la educación comparte y convive a diario con esa niño o niña y
debe brindarle en todo momento buenos ejemplos. Apoyarlo en todo y dejarlo
que exprese sus propias opiniones sin exagerar ni estereotipar. El educador debe ayudar a cada
estudiante a reconocer su natural potencial y a ponerlo en juego en las tareas
grupales.
Pero no siempre los líderes infantiles
son positivos. Muchas veces estamos frente a alumnos o alumnas que poseen
cualidades pero que encaminan al grupo en forma negativa o perjudicial.
La labor de un docente es fundamental.
Si existe alguien o algunos, porque no necesariamente puede ser uno, con
carisma para atraer, que tiene la capacidad de influir, de organizar, de
resolver problemas y adaptarse a los cambios y necesidades que el grupo
requiera de él y ser buenos en el arte de negociar , el maestro o el profesor
debe interactuar, oficiar de coordinador favoreciendo el clima grupal para
realizar trabajos intelectuales ya que el o los líderes funcionan como
verdaderos motores ocupándose de encarar las tareas con responsabilidad.
Es bueno saber que ningún maestro
refuerza o estimula líderes negativos que coexisten con frecuencia en alguna de las aulas,porque
no se pueden asignar tareas si ese líder
es tirano, arbitrario o no se compromete con el grupo pues provoca reacciones agresivas,
que implican la rebeldía y las conductas apáticas arrastrando al grupo a tener conductas de menor responsabilidad,
poco compromiso y baja calidad educativa y generador de malestar grupal.
Puede revertirse, si se logran comprender los motivos por el cual ese líder negativo actúa así,realizar
autoevaluaciones y reflexiones constantes que lleven a tener un pensamiento
crítico y transformarlo en un líder
positivo.
Siempre debe darse una segunda
oportunidad.
¿Cómo
manejarse en familia cuando hay un líder?
Por lo general, los padres o el resto
del núcleo familiar se sienten orgullosos cuando se enteran que algún hijo o
una hija es líder o se convierte en líder de otros compañeros en la escuela ,
en el barrio o en el mismo seno familiar con sus hermanos.
Tener un hijo líder resulta grato
porque tiene ese potencial, esa madurez de estar dirigiendo un grupo o guiando
al resto de sus hermanos. Todos saben que ser un líder, significa ser maduro a
pesar de la edad y que potencia sus aprendizajes significativos transformando
sus vivencias en algo eficaz.
Pero no siempre es así. A veces los
objetivos de ese niño o niña no son sanos sino despóticos y pueden llegar a
dirigir grupos estilo pandillas que
saben interferir en la armonía de un grupo social y actuar en desmedro de las buenas conductas o incluso
volverse en contra de sus propios familiares provocando un clima que puede
repercutir en el hogar. En tiempos de gran competitividad, y de deseos de
sobresalir, muchos padres tal vez en forma inconsciente, a veces refuerzan las
conductas negativas. Cuando no se fijan en las formas o maneras por las cuales
su hijo logra alcanzar los objetivos.
Ser
déspota para conseguir algo, influir en alguna acción que perjudique a
otros, en ser intolerantes es una forma de involucrarse con desigualdad de
poder e influir en forma negativa en otros.
Los padres siempre deben enseñar cuales son los valores que no deben
olvidarse, y respetar los patrones culturales. No hay que olvidarse que de una
manera u otra, a la larga, ser líder es asumir una responsabilidad y ser capaz
de motivar a un grupo, por lo que es bueno que sea para cosas que valgan la
pena. No debemos olvidarnos que la vida pasa y que al llegar a la etapa adulta,
aquellas experiencias que se vivieron en la infancia dejan huellas y si no son corregidas a tiempo pueden ocasionar
problemas, que no se arreglan con una simple penitencia como en la escuela. La
sociedad es más compleja y necesita de líderes positivos.
Recuerden padres, que líder se nace no
se hace. Tal vez más adelante, cuando sea más grande… Depende la variable temporal. Los tiempos de cada niño
son diferentes. Por lo que si un hijo no tiene aptitudes de líder porque es más
inhibido, deben enseñarles a que sepa
aprender a convivir con quien lo es y no dejarse llevar a menos que no tenga confianza o no esté
convencido que quien actúa garantiza los derechos del otro. Debe saberse que si
uno no presta su apoyo el líder no podrá conducirlo. De ésta manera colaboran a
favor del crecimiento sano autónomo de los niños.
Ana
Maria Castro Luca
Maestra.
Est. Lic en C. de la Educación.
anamaria28@hotmail.com
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