Ana Maria Castro Luca
Lic. en Cs de la Educación
Estrés en las Instituciones educativas.
Los eventos de
la rutina diaria de los niños y adolescentes generan estrés. Las presiones de
la vida moderna están obligando a los
estudiantes a crecer demasiado pronto y esto hace que la infancia sea un tanto
angustiosa. Se espera que los niños de hoy
tengan éxito en la escuela, sean competentes, competitivos y satisfagan
las necesidades emocionales de los padres y adultos que los rodean.
Las instituciones educativas manejan el
concepto de calidad, clave para comprender los desafíos y las propuestas
que vive este siglo. La demanda de la sociedad es generar y trasmitir
conocimientos. Capacitar al ciudadano para que se inserte en el mercado laborar.
Se busca lograr que los chicos de hoy sean seres productivos, críticos, capaces
y reflexivos.
¡Pero estos niños están expuestos a todo tipo de problemas y situaciones! Y aunque pase todo eso, los niños en crecimiento
no son adultos en miniatura, ellos sienten como niños, piensan como niños y
necesitan de la niñez para su sano desarrollo. Pero parece que los adultos les
estamos robando este tiempo que ellos necesitan.
Se observan distintas clases de niños y
adolescentes. Hay unos que son capaces de soportar circunstancias y que
conservan su compostura y competencia ante los desafíos y amenazas o eventos traumáticos. Creo que esos factores
se deben a las relaciones familiares sanas que logran un desenlace positivo.
Hay otros muy vulnerables, capaces de
absorber mucha ansiedad, adquirir posturas desafiantes, depresión y violencia
en su actuar.
Aparece entonces el agotamiento, el
cansancio emocional, sensación de no poder cumplir con el trabajo, inutilidad y
pérdida de control. Esto es bastante común tanto en los niños como en los
profesionales de la enseñanza.
¿Hay estrés en las
instituciones educativas?
Bien sabemos que todo aquella persona cuya
labor sea trabajar con niños, tener que enseñarles a adquirir conocimientos, modificar costumbres,
exigir algo, saben que no siempre se sale de esta labor, como cuando se entra.
Todos los que están involucrados saben que tener expectativas, compone de
manera conciente o inconciente la posibilidad de generar estrés.
No sólo los bajos rendimientos, sino
también las formas de educar, las actitudes de quienes conviven a diario son
síntomas que se perciben en la meta final.
A esta altura del año, cuando se aproxima la
última etapa del ciclo, cuando se pone sobre el tapete los resultados anuales,
surge como por arte de magia un clima de competitividad y promoción del
individualismo. Todos quieren sobresalir, ser los mejores.
¿Quién es mejor que quién?
Una institución educativa debe tener como
misión lograr individuos competentes. Pero debe también velar que esa competitividad
no lleve a desfigurarse y transformarse en una lucha en donde para ganar se
pierdan otros valores. Por eso debe hablarse de competencias y no estrictamente de
competición, ya que esta última genera un clima de lucha por ganar algo. Y
auque a veces parece ser algo sano, no siempre está exenta de tales
sentimientos, por lo que puede ser motivo de sufrimiento.
La escuela es un sitio que está
diseñado para adquirir competencias .Ser competente es tener
capacidad a partir de la integración de saberes
de diferente naturaleza, o sea, habilidades conceptuales, prácticas y
estrategias de conocimiento.
Ser competente es tener la
capacidad de dar respuesta a una situación imprevisible, anticipar el problema
y dar alternativas para su resolución.
En los individuos desde edades tempranas,
obtener eficiencia y muchas veces nos encontramos incapaces de detectar cuanto
afecta. No es lo mismo que si hablamos de competición. Este término se
confunde a veces. Competición es una lucha, una pugna una carrera, es un llegar...no importa cómo
ni que se deja en el camino. A fin de año, entra la fiebre no por ser
competentes sino por ser competir. Los niños no se dan cuenta que sus esfuerzos por satisfacer las
exigencias laborales en forma frecuente y en tiempos prologados causan sin lugar
a dudas causan estragos. Y eso no lo
podemos permitir. El estrés no es bueno.
No tenemos los maestros un termómetro para medir el
estrés que se genera en los alumnos al
enfrentarlos a diario a exigencias , a cargas extras y a presiones .
-“Esta prueba escrita servirá para saber quien es
el mejor”
¿Que mecanismo utilizar para
evitar esa sensación de incomodidad que
experimentan los niños y estar alertas para evitarlos? El programa escolar que
el maestro o proefesor enseña siempre
tiene expectativas altas y sobrecargamos
a los niños. A esto hay que agregar las expectativas de los padres y la
familia. No existe ningún padre que no reciba con ansiedad el carné de
calificaciones y que lo compare con el compañerito o el amigo.
¿Cómo prevenir el estrés en
las Instituciones Educativas?
Hay formas a esta altura del año de reducir el estrés en la escuela.
Reorganizar el calendario de asignaturas incluyendo ratos de ejercicio, escuchar música y dar
oportunidad de realizar trabajos que sean satisfactorios como ser pintar, hacer
manualidades.
Un docente debe saber guardar
relación con las capacidades de cada uno
.Si una tarea requiere de gran esfuerzo, hay que saber facilitar el tiempo
necesario para recuperarse de la fatiga
Una escuela debe dosificar esfuerzos
y tratar de evitar tensiones.
Ana María Castro Luca. anamaria28@hotmail.com.
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