lunes, 9 de mayo de 2016

Leer a niños

La lectura silenciosa es un fenómeno reciente. Hasta el año 370 aproximadamente los libros de nuestros antepasados milenarios eran leídos sólo en voz alta y se escuchaban en compañía. Sin puntos ni comas, leer era un hecho social y los primeros lectores silenciosos resultaron sospechosos para las autoridades pues su aventura solitaria de interpretación y relectura, escapaba al control de quienes mandaban.
Los signos de puntuación aparecieron junto con la lectura silenciosa. Por ejemplo, unos monjes amanuenses habían ideado un método para ayudar a los menos capaces que consistía en dividir el texto en líneas con sentido, una forma primitiva que ayudaba a los lectores menos dotados a identificar la finalización de un pensamiento. Como vemos los problemas para comprender lo que se lee han existido desde siempre y también, afortunadamente, desde siempre ha habido interés por ayudar a los chicos que tienen dificultades para leer.

Pensemos en lo aburrido y frustrante que resulta para un niño con dificultades intentar leer sustituyendo sílabas, volviendo hacia atrás, repitiendo sin comprender el mensaje y por supuesto sin poder comunicarse con el libro y con lo que el autor quiere contarnos. Leer así no aporta ninguna diversión y no existe ninguna persona que pueda soportar mucho tiempo semejante martirio. Entonces ¿qué hacer?
Una forma de acercar a los niños con dificultades al placer de la lectura es leerles en voz alta. Regalarles nuestro tiempo para que atentos a lo que escuchan, comprendan que las páginas de un libro no envuelven un mundo hermético que encierran secretos incomprensibles en otro idioma. No.
La democracia literaria también consiste en que los libros sean para todos. Por supuesto no se trata de alivianar la función inexcusable de las escuelas y bibliotecas en este sentido ni pretendo caer en un inocente optimismo. Sin embargo, también es necesario que las familias en general y sobre todo aquellas que tienen algún pequeño con dificultades asuman este necesario y fatigoso deber. Leerles en voz alta es el mejor método de promoción de la lectura. Leerles algo bello, escuchar sus opiniones, rectificar el rumbo todas las veces que haga falta sin abandonar jamás hasta que por fin, con textos que les interesen y comprendan, los niños achiquen la distancia que los separa con la palabra impresa. Un tío, un abuelo, una mamá, un papá, un hermano mayor que dé su tiempo para compartir el amor por los libros dará sus frutos inevitablemente. No olvidemos que los niños terminan pareciéndose a quienes los han amado y usando la mejor herramienta que tenemos para ese fin, la lectura en voz alta, habremos despertado su interés por leer, llave del desafío del conocimiento. Mónica E. López
Fuente: Estrategias educativas
Ilustración de Lynne Chapman

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