domingo, 20 de mayo de 2012

La escuela no puede todo

1 -La escuela no puede todo, pero la escuela de hoy, en general, no está a la altura de sus posibilidades y responsabilidades potenciales. Más aún en una sociedad que vive profundos procesos de transformación social y cultural que ponen en crisis todos los ámbitos de vida de los individuos, desde la familia y el barrio, hasta la escuela y el empleo. ¿Quién se hace cargo de las tareas de reproducción biológica y cultural de una población donde la familia es diversa y está dotada de menores recursos y capacidades; el barrio, una realidad cada vez más anónima y anómica; la cultura, al igual que un mercado, ofrece valores, estilos, gustos, sentidos tan diversos como contradictorios; el trabajo ya no integra; los sistemas públicos de prestación social están en crisis y los individuos quedan, cada vez más, librados a su propia iniciativa y recursos para hacer frente a los problemas de subsistencia y a todos los riesgos que comporta la experiencia vital (la salud y la enfermedad, la seguridad, la vejez, los accidentes, el desempleo, las incapacidades temporarias o permanentes)?

2- Mientras se siga insistiendo en mercantilizar la producción misma de la existencia social incluyendo los servicios necesarios, básicos, vitales, estratégicos y universales (seguridad, justicia, salud y educación), los síntomas de este individualismo negativo se multiplicarán. La integración de la sociedad es un resultado azaroso y casi milagroso más que un objetivo social y conscientemente perseguido. La formación de las subjetividades en este contexto se torna extremadamente compleja. Algunos (por lo general sectores dominantes y/o con una fuerte identidad e integración) tienen capacidad para diseñar y controlar sus propios sistemas de subjetivación y por lo tanto de reproducirse como grupo. Otros (por lo general los grupos socialmente dominados) viven la experiencia de la desintegración en todos los niveles y experimentan dificultades crecientes para mantenerse integrados al conjunto social. Muchos de ellos se han desarticulado de él: no le aportan nada y tampoco reciben nada. "Sobran" y tienden a adquirir una existencia más aritmética que real. O bien, cuando "existen", son "población objeto" de la "caridad pública" y corren el riesgo de ser manipulados por agentes gubernamentales y diversos tipos de intermediarios. Por lo general son una categoría estadística ("los que viven en hogares situados debajo de la línea de la pobreza"), pero tienen cada vez menos posibilidades de hacer oír su voz, de articular sus fuerzas, de constituirse en un actor colectivo autónomo, capaz de participar con cierta eficacia en las arenas donde se disputan los principales juegos sociales que tienen por objeto definir reglas y orientar recursos. Cada vez son más y cada vez cuentan menos. ¿Cómo transcurre el proceso de socialización en estas condiciones? ¿Qué sucede cuando las estructuras familiares, laborales, barriales) que organizaban la vida cotidiana de los individuos se transforman bruscamente? ¿Qué huellas imprimen sobre sus propias identidades, sobre el sentido de la vida, el uso del tiempo y el espacio?

3 - La experiencia convierte al pasado en una especie de paraíso perdido, se tiende a exagerar sus elementos positivos, mientras el futuro se convierte en un "no lugar", o el lugar del miedo y la inseguridad. ¿Cómo se reorganiza la vida cotidiana del desempleado? ¿Cómo emplea su tiempo quien ya no tiene horarios que respetar, cosas para hacer, plazos que cumplir? ¿Qué sucede con la subjetividad de quien pierde los lazos sociales que lo vinculaban a una familia? ¿Qué sucede con los niños y adolescentes que de alguna manera "pierden" a sus padres por razones materiales (muerte, ausencia, sobreocupación). ¿Quiénes son sus referentes inmediatos? ¿En quién confía? ¿A quiénes puede pedir consejo? ¿A quienes recurre en caso de conflicto o necesidad? ¿Con quienes comparte temores y esperanzas, sueños, ambiciones y proyectos? ¿El grupo de pares basta para garantizar el desarrollo afectivo, moral y cognitivo de los adolescentes? ¿Qué significan "los amigos" en esa edad y en determinados niveles sociales? ¿Qué función cumplen la escuela y el colegio en contextos de aislamiento y desintegración social? ¿De dónde extraen los jóvenes los esquemas de orientación que les permitan escoger entre las múltiples y contradictorias opciones que les ofrece el mercado de los modelos de vida y comportamiento (gustos, consumos, sistemas éticos, estéticos)? ¿Cómo orientarse en este laberinto cultural que caracteriza a las grandes urbes de Occidente? ¿Cómo elegir la "tribu" en la que uno quiere vivir? En este contexto donde predomina la lógica del mercado incluso en el campo de la producción y difusión del sentido del mundo, ¿quién verdaderamente "elige" su modo de vida y su identidad? ¿Acaso los chicos "deciden" qué tribu frecuentar o qué consumos musicales realizar? Quizás detrás de la desinstitucionalización de la sociedad no nos espera ni la autonomía, ni la libertad, ni la subjetivación, sino el determinismo más ciego y arbitrario de las cosas sociales. Es probable que en estas condiciones los individuos no sean más libres, sino que en el mejor de los casos se convierten en objeto de conquista del marketing permanentemente a la caza de consumidores, no sólo de productos materiales, sino también de ideas, de sentidos, de representaciones, e incluso de identidades del más diverso tipo, desde deportivas hasta religiosas.

DE :La escuela y la educación de los sentimientos
por Emilio Tenti Fanfani
Revista Criterio


El autor es profesor titular ordinario de la UBA, investigador del CONICET y consultor del IIPE/UNESCO. Acaba de editar Educación media para todos. Los desafíos de la democratización del acceso. Altamira,

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